. estractos de un artikulo que me ha pasado la gidari.
Las promesas constituyen un área de competencia clave para asegurar buen trabajo de equipo. ¿Qué nos cabría esperar de un equipo en el que sus miembros sistemáticamente fallan en cumplir las promesas que mutuamente se hacen? ¿Cuán efectivo sería este equipo?
las promesas representan unos de los elementos claves en la conformación de nuestra identidad pública, en la manera como somos vistos y apreciados por lo demás. Dos factores intervienen en esta relación entre promesas e identidad pública.
El primero guarda relación el poder de las promesas que seamos capaces de hacer. Nuestra capacidad de hacer promesas nos constituyen en un espacio de posibilidad para los demás y ello afectará nuestra identidad. Una persona que sólo pueda prometer acciones menores, que cualquiera puede realizar, tendrá posiblemente una identidad débil. Una persona que, por el contrario, esté en condiciones de prometer acciones que responden a inquietudes vitales de los demás, o que sólo muy pocos o nadie más puede realizar, tenderá a desarrollar una identidad pública más poderosa. Uno de los objetivos de los procesos educativos es precisamente el expandir la capacidad de los individuos de ejecutar acciones que los lleven a hacer promesas más poderosas. El tipo de promesas que puede hacer un ingeniero graduado es diferente del que puede hacer un egresado de secundaria.
Un segundo factor de incidencia de las promesas en nuestra identidad pública tiene que ver, no con el tipo de competencias específicas que nos lleven a prometer acciones más o menos poderosas, sino con la impecabilidad con la que tratamos nuestras promesas y, por lo tanto, con la competencia genérica que tengamos para cumplir las promesas que hacemos o para hacernos responsables de nuestros incumplimientos, cuando ello sucede. Por lo tanto, no es suficiente ser altamente competente en cuestiones específicas que nos lleven a ser una oferta poderosa para los demás, para generarnos una identidad pública poderosa. Es también importante ser competente en el arte de hacer y cumplir promesas y en responder por ellas. Ello determinará, en mayor o menor grado, nuestra impecabilidad y la identidad que de nosotros tengan los demás
Resulta, por lo tanto, sorprendente la escasa atención que normalmente le prestamos al fenómeno de las promesas. Tradicionalmente hemos sido observadores muy pobres tanto de su importancia como del carácter que ellas poseen. No siempre reconocemos que muchos de los resultados insatisfactorios que obtenemos en nuestras vidas (en el trabajo, en la carrera, en la familia, en las relaciones de pareja, en la amistad, etc.) resultan tanto de las incompetencias que mostramos en el hacer y cumplir promesas como, asimismo, de nuestra incapacidad para detectar tales deficiencias. En la medida que seamos malos observadores de las promesas, nuestro desempeño y nuestras vidas se verán afectados por sus consecuentes resultados negativos.
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